Virus, bacterias y hasta pedazos de insectos: lo que respiramos en invierno

Ciudad Juárez. – El otoño e invierno traen algo más que frío a esta ciudad; su clima se ha convertido en los últimos años en una temporada propicia para producir un cóctel de contaminantes, generadores de un ambiente muy adverso para la salud.

Adrián Vázquez, coordinador del Centro de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), explicó que desde el pasado mes de noviembre la ciudad ha tenido, al menos una o dos veces por semana, lo que se podría llamar “episodios de alta contaminación”.

“Esta alta contaminación en esta época del año prácticamente se reduce a lo que nosotros denominamos partículas suspendidas. Como mucha gente sabrá, las partículas pueden ser gruesas, como el polvo típico que encontramos en las casas y que hay que sacudir, o partículas finas que no alcanzamos a ver físicamente, pero que están presentes y le dan a la atmósfera esta coloración que apreciamos a veces en el horizonte: esa nata ocre que es una mezcla de varios aerosoles”, puntualizó el experto.

Estos colores en el horizonte fronterizo contienen esas partículas finas y otras ultrafinas, así como algunos gases, como los óxidos de nitrógeno, presentes en la atmósfera. En general, es todo un cóctel de contaminantes que típicamente se producen durante todo el año en la ciudad.

“Pero justamente a partir de la entrada del otoño empezamos a ver que, después de un frente frío, se genera mucha estabilidad atmosférica. Es decir, los frentes fríos traen en la parte frontal mucho viento e inestabilidad; luego, ya que pasa la parte más tempestuosa, llega una calma total, cero vientos, y es cuando se establece la masa de aire frío propiamente dicha”, puntualizó el especialista.

Luego de este primer momento, se generan dos condiciones: la primera, que los contaminantes que se producen continuamente en la ciudad no se pueden dispersar por el viento; es decir, que el viento no los limpia de la atmósfera.

Después, en el segundo momento, el aire frío es más pesado y, al ser más pesado, no sube a la parte alta de la atmósfera; se queda como un tapón, lo que se conoce como inversión térmica.

“Es como un tapón que se pone sobre la atmósfera de la ciudad a unos 2 o 3 km de altura, aproximadamente, dependiendo de la masa de aire. No permite que esa contaminación se mueva verticalmente y, al no haber viento, tampoco horizontalmente, por lo que empieza a acumularse. Generalmente, esta masa se produce en el sector del aeropuerto, el bulevar Zaragoza, la carretera Casas Grandes, toda esa zona hasta el cerro, y desde el cerro, toda esa mancha tiende a distribuirse alrededor del cerro hasta Anapra”, apuntó Vázquez.

De acuerdo con el académico, la parte más limpia —“entre comillas”— sería la zona cercana al Instituto de Ingeniería de la UACJ, así como el norte de la ciudad, hacia el este de El Chamizal y la parte de la frontera.

No obstante, reconoció que existen manchones de contaminación generados por el tráfico vehicular a lo largo del bulevar Cuatro Siglos y la avenida de las Torres, zonas con vialidad muy intensa que, en ocasiones de mucha estabilidad atmosférica, incluso generan pérdida de visibilidad.

“La parte con la que la ciudadanía muchas veces se topa es que el alcance visual normal es de unos 20 km, lo que se considera cielo limpio; 10 km ya no está tan limpio, y hemos llegado a estar entre 2 y 4 km de visibilidad, es decir, estamos muy saturados. Esto sucedió en unas tres o cuatro ocasiones en noviembre y en lo que llevamos de diciembre”.

De acuerdo con el especialista, lo que ha transcurrido de diciembre ha mostrado algunos días de mucha saturación, lo cual es muy peligroso para todos los ciudadanos.

“Estas partículas generan, en general, un ambiente muy adverso para la salud. Aunado a estas partículas, tenemos los gases típicos de las emisiones y las partículas de polvo finas y ultrafinas, así como los bioaerosoles, que son partículas de origen biológico, como virus, bacterias, pedazos de insectos y polen; todo eso lo estamos respirando. Todo eso está suspendido junto con esa nata, y estos son los que conocemos como alergénicos”, advirtió el académico.

Ante este panorama, es importante que la ciudadanía se proteja continuamente: primero, evitando exponerse en los horarios donde hay mayor concentración de la nata, por ejemplo, por la mañana y la noche, que se han convertido en los peores momentos, cuando la masa de aire frío baja y se densifica.

Esto es relevante para quienes hacen ejercicio y les gusta salir muy temprano; se les recomienda elegir zonas de la ciudad que típicamente sean menos desfavorables. También se aconseja, para quienes deben trabajar, salir más temprano si es posible, viajar con los vidrios del automóvil cerrados o usar cubrebocas tipo KN95, recomendó.