Navidad rarámuri: Celebración especial de los pueblos originarios de Chihuahua

Chihuahua.– Apenas pasa el 2 de noviembre, Día de Muertos, y las familias chihuahuenses comienzan a visualizar quién, cómo, dónde y cuál será la cena navideña, aunque para toda regla hay una excepción.

En este universo de familias chihuahuenses están los pueblos originarios y sus costumbres, que han ido adaptándose y mezclándose con la tradición chabochi (personas mestizas) en los festejos de la temporada decembrina.

Fidel –para ocultar su identidad– es un joven rarámuri víctima de desplazamiento forzado, obligado a emigrar de su comunidad, donde fue despojado de su casa, animales y todo aquello que creyó que sería para siempre.

Hasta los 20 años vivió en la Baja Tarahumara y recuerda que siempre estuvo rodeado de mestizos o chabochis, por lo que sus celebraciones fueron  juntarse en la iglesia del pueblo para danzar poco antes de anochecer, asistir a la misa en rarámuri de media noche, cenar una vaca adquirida entre la comunidad y finalmente volver a casa.

Navidad con carencias

Una buena celebración navideña al estilo rarámuri tiene un integrante que nunca puede faltar: el tesgüino. Esta bebida, hecha a base de maíz fermentado, se reparte luego de volver a la danza y cuando el sol está saliendo para continuar con la fiesta el resto del 25 de diciembre.

Por supuesto, en su niñez Fidel nunca vio árboles navideños, luces, adornos, cenas especiales ni regalos. La condición económica no permitía que su familia pudiera comprar lo necesario para decorar su hogar o para pensar en los regalos.

De la Virgen de Tepeyac al nacimiento de Jesús

Fidel comparte el comienzo de estas tradiciones a lado de su mujer Alicia, quien proviene de una comunidad donde ocurre la popular fiesta de la Virgen del Pilar, con la que anuncian el cambio de estación.

Desde la tarde del 11 de diciembre, la scelebraciones comienzan con las danzas de los matachines, sin faltar por supuesto la cena. Esa noche todos velan hasta que los primeros rayos del sol permiten la ingesta del tesgüino.

Estas festividades son para compartir no solo en familia, sino en comunidad. Es necesario dar de comer y beber a los contingentes de danzantes junto a sus respectivas familias. Cada grupo de danza puede estar integrado de entre 20 a 30 personas, lo que suma a más de 260 bocas por alimentar. En esta tradición solo los varones mayores de edad son quienes ingieren alcohol.

Antiguamente, las mujeres no tenían permitido unirse a las danzas, pero recientemente poco a poco se han incorporado a los hombres, incluso al día de hoy ya existe un grupo exclusivo de mujeres danzantes, quienes ofrecen sus pasos a Onorúame  –deidad superior de los rarámuris– y a la Madre Tierra, quien da vida a todo lo existente.

Ya para el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, el ritual continúa, aunque con la ligera pues se entrona una imagen de la Virgen del Tepeyac y se realiza una procesión por afuera de la casa sacerdotal, los negocios, los principales puntos del pueblo y se monta en un altar al interior del templo.

Con el sincretismo y la llegada de más costumbres del exterior la danza ya también se dedica para agradar al dios cristiano por el nacimiento de su hijo Jesús.

Recién llegadas las posadas

Para los chabochis, el 16 de diciembre marca el inicio del novenario y las posadas, en donde un grupo de personas camina con los peregrinos para pedir posada en las viviendas, recordando el recorrido hecho por María y José antes del nacimiento del Niño Dios.

Esta tradición es meramente cristiana, pero poco a poco los rarámuris han introducido recientemente este tipo de actos gracias a la promoción de algunos presidentes seccionales en coordinación con los párrocos y los líderes indígenas.

Durante la posada, que en el caso rarámuri solo dura una noche, se reúnen las comunidades que desean participar, se hacen danzas y se rifan regalos y juguetes entre los asistentes.

Nochebuena y Navidad

Alicia recuerda que la fiesta de Navidad comienza desde el día 23 en la tarde, poco antes de oscurecer. La puesta del sol llega con el ritmo de los tambores. Los danzantes, ataviados de gala para la ocasión, dan sus primeros pasos, celebrando la vida y la pronta llegada de Jesús.

El baile se prolonga hasta la madrugada. Algunas mujeres miran alrededor y los niños aprenden lo que un día estarán desarrollando con honor y expresando lo más puro de su cultura, de su ser. Otros más, simplemente juegan.

Al llegar la madrugada, toman un ligero descanso para cenar lo que el chapeyoko (líder de cada grupo de danzantes) les repartirá. El frío de la madrugada no impide la reactivación de la danza que se extiende hasta el mediodía del día 24.

Esa tarde del 24 los danzantes, exhaustos, hacen un receso y vuelven a agitarse hasta que llegan las primeras campanadas que invitan a la misa de Navidad a las 12:00 de la mañana, celebración hecha totalmente en lengua rarámuri. Los presentes agradecen al Dios judeocristiano, a Onorúame y por supuesto, a la Madre Tierra.

El nacimiento de Jesús

Al finalizar la celebración eucarística, viene la adoración del niño recién nacido. Un beso, un abrazo, una cargada o simplemente tocarlo es rendirle el culto que se merece el primogénito del Creador y que tienen fe en recibir sus bendiciones.

Por eso, precisamente por eso, continúa el baile hasta que el sol vuelve a salir la mañana del 25 de diciembre y ahora sí, a traer el tesgüino y a repartir entre los danzantes hasta que no quede una sola gota.

En la zona de donde proviene Alicia no importa si eres danzante, visitante, mestizo o indígena. Los chapeyokos invitan a todos a convivir por este comienzo de ciclo que, seguramente, traerá bendiciones a la tierra, al campo, a los ríos; traerá lluvia, traerá vida, traeré esperanza de que lo que viene, que será lo mejor.