FMF, Liga MX y Conapred combaten la discriminación

Chihuahua.- La Secretaría de Salud recomienda a la ciudadanía adoptar hábitos saludables ante el riesgo de sentimientos depresivos que puedan afectar la salud mental durante la temporada decembrina.

Kathia Maguregui Lechuga, maestra en Psicoterapia Clínica y psicóloga del Hospital de Salud Mental de Chihuahua, expresó que es normal que las sensaciones de nostalgia y tristeza se intensifiquen en estas fechas.

Señaló que algunas personas pueden asumir una actitud de derrota por no haber cumplido ciertas expectativas durante el año, o por atravesar un duelo reciente o prolongado que se haya vuelto crónico.

Añadió que es común revivir eventos significativos o traumáticos que no han sido atendidos en terapia, los cuales, si se intensifican, pueden generar conflictos emocionales.

Maguregui Lechuga resaltó la importancia de buscar apoyo psicológico para externar esas emociones y encontrar formas de sanar esos eventos.

En estos casos, explicó, la psicoterapia ayuda a contrarrestar la tendencia al autocastigo o al autoreproche, por lo que es fundamental que un especialista determine el tratamiento adecuado para atender y tratar una depresión estacional o un malestar emocional.

La especialista destacó la importancia de ser consciente de lo que se puede lograr y de lo que no, como salir de viaje para visitar a seres queridos o regalar objetos costosos, situándose en una realidad objetiva.

También recomendó realizar acciones simples, como una llamada telefónica, enviar mensajes a los seres queridos o participar en obras de caridad.

Agregó que el autocuidado es clave para la salud física, sobre todo en esta temporada, en la que es común excederse en la ingesta de alimentos y bebidas, así como en desveladas.

Aconsejó dormir lo suficiente, alimentarse adecuadamente y practicar ejercicio, lo que contribuye a generar pensamientos positivos, replantear metas para el próximo año y cultivar la paciencia, la empatía y el amor propio, como protección frente a sentimientos negativos.

Ciudad Juárez.– El 2025 fue el año en que el cierre del puente Córdova Américas, mayormente conocido como el “Puente Libre”, al tráfico de mercancías para importación y exportación, pasó de ser una sorpresa a una inminencia. Desde entonces, la principal problemática expuesta ha sido la falta de infraestructura para desviar todo el tráfico de este cruce al resto de los puentes.

Córdova Américas, el Puente Libre o BOTA, representa alrededor del 20 por ciento de las cargas del comercio exterior en la región Juárez–El Paso, es decir, cerca de 500 tráileres para exportación e importación, de acuerdo con estimaciones de Manuel Sotelo, presidente de la Asociación de Transportistas.

Isela Molina, quien coordinaba el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en Juárez al inicio de 2025, reconocía que, de concretarse este cambio planeado por autoridades estadounidenses en el cruce internacional y previsto a partir de 2026, los organismos privados tendrían que sentarse con otros sectores económicos de la ciudad para analizar de qué manera podrían trabajar, ya que la ciudad no cuenta con la infraestructura necesaria para desviar todo ese tráfico al resto de los cruces.

Y aunque el puente Zaragoza podría ser la opción más lógica para el desvío del tráfico, desde entonces se señaló que este cruce se encuentra saturado y que sería complejo que, por sí mismo, atendiera los trámites que a diario todavía se realizan por el cruce del Puente Libre.

Asimismo, aunque Jerónimo–Santa Teresa y Guadalupe–Tornillo se presentan como las opciones más viables, desviar esas cargas no solamente implicará una mejor infraestructura en la ciudad —de inicio inexistente—, sino también costos adicionales para la industria.

Con una nueva coordinación, a cargo de Héctor Núñez, el Consejo Coordinador Empresarial continuó con el tema, destacando que, aunque fue el aspecto ambiental lo que justificó y determinó la decisión de cerrar el Puente Libre al tráfico de tráileres por parte de la oficina de Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés), no es la única razón de esta medida.

Héctor Núñez admitió que este proyecto tiene más de tres años trabajándose desde la GSA, con diversos estudios y diez prioridades, entre las que se encuentran aspectos ambientales, de infraestructura, rapidez de cruce, seguridad y servicios, las cuales se detallan a continuación:

• Cumplir el estándar de diseño de los puentes terrestres de entrada por CBP.
• Cumplir los estándares de instalación de GSA para el servicio de edificios públicos.
• Apoyar las necesidades de crecimiento de CBP.
• Proveer una mayor eficiencia de CBP.
• Mejorar el flujo de tráfico peatonal y vehicular y los tiempos de procesamiento.
• Mejorar la seguridad de los trabajadores y del público viajero.
• Proveer mejoras consistentes con los objetivos de las partes interesadas.
• Minimizar la interrupción de las operaciones y actividades de CBP y otras agencias.
• Minimizar el impacto al medio ambiente.
• Proveer mejoras de manera rentable.

“Nada más quieren que queden peatones y automóviles; sin embargo, quiero decirles que hay otras agencias que tienen que dar el aval y la certificación. Tienen que pasar, por ejemplo, por la EPA y otras más que determinarán el destino de este proyecto, pero si ellos ya deciden en los próximos meses, probablemente será prácticamente un hecho que para 2026 ya no crucen camiones de carga por el Puente Libre”, advirtió el empresario.

2025, año de reuniones para discutir el tema

El 2025 también se caracterizó por el involucramiento de los organismos empresariales en este tema. La Asociación de Maquiladoras, Index Juárez, y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) son solo algunos de los organismos que abordaron activamente el tema en Juárez. Incluso, en mayo comenzaron a organizarse foros para exponer los pros y contras de esta decisión; uno de los primeros fue el foro denominado “Reacomodo Logístico en la Frontera”.

En este encuentro, representantes gubernamentales y de la iniciativa privada de Juárez y El Paso, así como representantes del gobierno de Santa Teresa, expusieron sus posturas frente a este plan previsto para iniciar en 2026.

El evento, que buscó evaluar los impactos, retos y oportunidades en la era post–Puente Libre —también conocido como BOTA—, contó con la participación de Roberto Mora, director del Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) en Juárez; José Castañón, director ejecutivo de Sertec Agencia Aduanal; Gerardo Fierro, director ejecutivo de la New Mexico Border Authority; Ricardo Mora, CEO de la El Paso Chamber of Commerce; y Eduardo Calvo, director ejecutivo de la El Paso Metropolitan Planning Organization.

Este fue solo el primero de varios encuentros, ya que posteriormente fueron los legisladores mexicanos quienes organizaron reuniones para conocer a detalle estos planes de cierre al cruce comercial en uno de los puentes fronterizos de la ciudad.

Desde entonces, el cierre ha generado al menos dos reuniones con legisladores mexicanos para evaluar el tema de la infraestructura; incluso, en agosto se habló de la integración de un grupo binacional que ya tuvo también sus primeros encuentros.

A unos días de que concluya 2025 y se acerque el año del cierre, 2026, el tema abierto continúa siendo la falta de infraestructura del lado mexicano para responder al cierre del cruce Córdova Américas y desviar el tráfico hacia Jerónimo–Santa Teresa y Tornillo.

Ya se habla de altas posibilidades de generar obras en el surponiente de la ciudad, es decir, en Jerónimo–Santa Teresa. El senador Juan Carlos Loera destacó que, a pesar de estar fuera del presupuesto, la importancia de esta obra podría impulsarla y hacerla posible durante 2026.

La presidenta Claudia Sheinbaum cerró 2025 presumiendo que México es el segundo país con menor tasa de desocupación en el mundo. El dato, avalado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, marca un 2.7 por ciento de desempleo y coloca al país apenas por debajo de Japón. A primera vista, la cifra parece digna de aplauso. Sin embargo, basta rascar un poquito la superficie para que la celebración se vuelva incómoda y, para millones de personas, incluso ofensiva.

Y es que, ¿de verdad este número permite afirmar que la “transformación da resultados”? Y más aún, ¿con esta información la gente que sigue sin empleo debería sentirse tranquila o feliz?

Y aunque los que ahora están en el gobierno antes se quejaba de los términos económicos, ahora los usan con singular alegría, pues afirman que, en términos absolutos, el Inegi reconoce que 1.6 millones de personas estaban desempleadas hasta noviembre de 2025. Pero, lejos de reducirse, este universo creció en más de 11 mil personas respecto al año anterior. ¿Cómo encaja ese aumento con el cuento de éxito que nos quieren vender?

Pero el problema no se queda ahí, pues de lo que no hablan es de la informalidad. Más de la mitad de la población ocupada, el 54.8 por ciento, trabaja en condiciones informales. Son 32.8 millones de personas sin seguridad social, sin estabilidad laboral y, en muchos casos, con apenas lo necesario para sobrevivir. Técnicamente están “empleadas”, pero en la práctica viven al día.

Aquí es donde el bajo nivel de desocupación comienza a parecer más un espejismo. En México, no trabajar no siempre es una opción. La necesidad empuja a millones a aceptar cualquier chamba que genere ingreso, por precaria que sea. Vender en la calle, trabajar sin contrato, sin prestaciones y sin derechos, cuenta como ocupación para las estadísticas. ¿De verdad podemos comparar ese empleo con el de países como Japón o Alemania y concluir que estamos igual de bien?, ¿no le suena más o menos al, “tenemos un servicio de salud mejor que el de Dinamarca”?

El propio Inegi reconoce que la economía informal representó el 25.4 por ciento del PIB en 2024, un nivel mayor al de 2018. Es decir, no solo hay más personas trabajando en la informalidad, sino que esta forma de empleo tiene un peso creciente en la economía nacional. Lejos de ser una rareza temporal, se ha convertido en un pilar estructural. Celebrar el bajo desempleo sin mencionar este contexto es, cuando menos, una verdad de cuarta.

Además, hay otro grupo que rara vez aparece en estas gráficas optimistas: los que dejaron de buscar trabajo porque simplemente se cansaron. Personas que no entran en la estadística de económicamente activas, porque ya no creen que haya oportunidades para ellas. No están desempleadas según la definición estadística, pero tampoco están mejor. Simplemente se volvieron invisibles para el discurso oficial.

Por eso resulta pertinente cuestionar el mensaje presidencial. ¿Puede alguien que forma parte de esos 1.6 millones de desempleados sentirse reconfortado al escuchar que México es “el segundo país con menos desocupación en el mundo”? ¿Debe sentirse afortunado quien trabaja en la informalidad, sin prestaciones ni certeza, solo porque su situación ayuda a mantener baja la tasa de desempleo?

El 2025 fue un año de claroscuros para México. Hubo estabilidad macroeconómica, avances en algunos indicadores y una narrativa oficial que apostó por los números positivos. Pero también fue el año en que la informalidad siguió creciendo, el empleo de calidad no despegó al ritmo prometido y millones continuaron atrapados en un mercado laboral débil.

Al final de cuentas no importa quien gobierne nuestro país, pues parece que la clase política sigue pensando que a los mexicanos basta con que nos doren la píldora para que sigamos creyendo en ellos y esa no es la idea…